La costa levantina, desde la Jávea de Sorolla hasta la histórica ciudad murciana de Cartagena, está llena de singulares pueblos mediterráneos, preciosas calas y bonitos espacios naturales para explorar.
Alquiler de coche Valencia“Lo mejor que conozco para pintar”, escribió en 1896 el pintor valenciano Sorolla en una carta cuando vió Jávea (Xàbia) por primera vez. Desde entonces Sorolla volvió varias veces y dejó un legado de cuadros que reflejan la bonita costa de Jávea: Clotilde y Elena en las rocas, su mujer e hija, o Isla del Cap Martí, por ejemplo.
El entonces pueblo de pescadores ha cambiado mucho desde entonces. Hoy es uno de los centros turísticos más importantes de la Costa Blanca, pero sigue conservando un cierto aire marinero y un bonito casco histórico por el que deambular sin rumbo. Merece la pena recorrer la costa abrupta de Jávea y pararse en alguno de sus 15 miradores, como el de Creu de Portitxol, Cap Negre o Cap de la Nau.
Y, también, explorar calas como La Barraca o Portitxol, o la bonita playa de Granadella, todas de cantos rodados. Aunque, si prefieres arena, Jávea cuenta con su propia playa, la playa de El Arenal, en el mismo paseo marítimo.
Siguiendo dirección sur se pasa por Calpe y su imponente peñón de Ifach. Se trata de un pequeño pueblo de veraneo con una gran historia que bien merece una parada, o un chapuzón en alguna de sus playas. Un poco antes de Benidorm está Altea, uno de esos pueblecitos que han conservado casi enteramente su espíritu mediterráneo.
Casitas blancas y callejuelas estrechas arremolinadas en una pequeña colina mirando al mar, que tiene como colofón la bellísima iglesia de Nuestra Señora del Consuelo. El templo, con dos cúpulas de originales azulejos vidriados azules y blancos, es conocido como la Cúpula del Mediterráneo. Desde hace décadas Altea también destaca por ser una de las localidades favoritas de los artistas. Ese aire bohemio sigue hoy muy presente, a pesar de la masificación turística.
Altea cuenta con varias playas. La Roda es la más visitada, ya que se encuentra en pleno pueblo, pero no dejes de darte un chapuzón en la Olla, Cap Negret, Cap Blanch o Mascarat.
Una vez pasado Benidorm y siempre siguiendo por la costa en dirección a Alicante y Murcia, Villajoyosa (La Vila Joiosa) es otro clásico de la costa levantina. Sus fachadas de colores pastel reflejan la maravillosa luz mediterránea. Como muchas otras, el turismo no ha acabado con su industria tradicional: la pesca y el chocolate. Cada agosto se celebra el evento Xocolatísima, donde se hacen rutas guiadas por las fábricas de chocolate, aunque también se puede visitar por libre en cualquier época del año. En la actualidad quedan tres fábricas de chocolate: Chocolates Pérez, de producción artesanal, Clavideño y Chocolate Valor, que tiene su propio Museo del Chocolate.
Además de chocolate, las calas de Villajoyosa son perfectas para practicar el esnórquel. Las calas de Racó del Conill, el Xarco y las playas de la Caleta, Varadero o Malladeta son algunas de las más populares para disfrutar de un agua cristalina y praderas de posidonia oceánica.
Con rumbo ya a Murcia y tras bordear la ciudad de Alicante, El Parque Natural de las Lagunas de la Mata-Torrevieja, una explotación salinera que se consolidó en el siglo XV, es único en esta parte del Mediterráneo. Con un impresionante color entre rosa y cereza, el parque tiene unas 3.700 hectáreas y dos lagunas. Apenas hay vegetación debido a la salinidad del agua, pero en época de cría las lagunas acogen a cientos de flamencos.
Ya en tierras murcianas, la Manga del Mar Menor es uno de los principales destinos turísticos, aunque en los últimos años se ha venido alertando sobre la contaminación de las aguas. Un poquito más adelante, y después de pasar el Faro Cabo de Palos, el Parque Regional de Calblanque es todo un paraíso, con una preciosa playa y varias rutas para practicar el senderismo. Desde el 30 de junio al 2 de septiembre está prohibido el acceso con vehículo, y solo se puede acceder a la playa y al parque en transporte público.
Antes de llegar a Cartagena, el destino final, el pueblo de Portmán no puede pasar desapercibido, aunque no esté en las rutas turísticas. Hoy es una localidad casi fantasma, en cuya bahía se han vertido más de 60 toneladas de estériles debido a la actividad minera que cesó en 1990 y que desplazó la línea de playa más de 700 metros. Un paisaje que atrae a muchos curiosos. Por otro lado, en el cercano bar El Cubano, , se puede comer muy buen pescado.
Cartagena, destino final, tiene todos los ingredientes para pasar un fin de semana. No dejes de visitar el Teatro Romano, El Museo Arqueológico o la arquitectura modernista de edificios como el Palacio Pedreño, el Casino o el Gran Hotel. Todo sin olvidar sus increíbles tapas. No te decepcionarán en prácticamente ningún bar, pero La Uva Jumillana sigue siendo un clásico.