Aceite, cava y arrozales son el destino final de tres bonitas rutas que se pueden hacer desde Barcelona, y muy fáciles de combinar para hacer un viaje tan largo com quieras. La ruta del aceite comprende comarcas en Lleida y Tarragona; en el Penedés se encuentra la cuna del famoso cava catalán, mientras que los arrozales del impresionante delta del Ebro son la recompensa gastronómica de una ruta por carretera desde Barcelona hacia el sur.
Alquiler de coche barcelonaAunque el aceite de oliva se relaciona en un primer momento con Andalucía, Cataluña produce un aceite de extraordinaria calidad, especialmente la variedad de aceituna arbequina. Hay cuatro denominaciones de origen protegidas: Garrigues (Lleida), Siurana, Terra Alta y Baix Ebre-Montsià, estas tres últimas en Tarragona. Todas las comarcas funcionan como cooperativas que se fundaron en el siglo XIX o principios del XX.
Les Garrigues, quizá es la más conocida, principalmente por su famoso aceite virgen extra de aceituna arbequina, elaborado de forma artesanal. Casi el 90% de su producción se dedica exclusivamente a esta aceituna. Imprescindible visitar el Parque Temático del Aceite, en Borges Blanques, donde, entre otros objetos y representaciones relacionados con el aceite, se pueden ver 54 olivos de entre 1.700 y 2.200 años de antigüedad. Por otro lado, en todas las comarcas de Tarragona todavía están en funcionamiento los molinos de aceite y se puede comprar aceite recién prensado. En Terra Alta, además, es encuentra la Bodega Cooperativa de El Pinall del Brai, llamada la Catedral del Vino, un precioso edifico modernista, obra de Cesar Martinelli i Brunet, discípulo de Gaudí. También de visita obligada.
La Ruta del Penedés se centra en sus dos poblaciones principales: Sant Sadurní d’Anoia y Villafranca del Penedés, famosas por el cava y el vino respectivamente. ¿Quién no ha tenido una botella de cava Freixenet o Codorniu para descorchar después de las campanadas de Nochevieja? Aunque no son las únicas, sí son las más internacionales. Las bodegas y viñedos de estas dos tradicionales empresas familiares se pueden visitar a lo largo del año, así como otras menos conocidas fuera de Cataluña, como las de Pere Ventura, un empresario que fundó una exclusiva empresa de cava con su nombre en 1992. Otro lugar muy interesante es el Centro de Interpretación del Cava, ubicado en una antigua destilería de vino, para conocer todo lo relacionado con el cava.
A pocos kilómetros hacia el sur se encuentra Villafranca del Penedés, el lugar perfecto para hacer enoturismo - los vinos del Penedés tienen su propia denominación de origen (D.O.) - y visitar las bodegas de Pinord, Antoni Mascaró o Castell de Peralada, entre muchas otras.
Una buena propuesta es hacer la Carretera del Vino, que une el Castillo de Sant Martí Sarroca y los viñedos del Penedés con las playas de Sitges, en un itinerario casi recto de unos 40 km. Desde aquí se cogen las ramificaciones para visitar cualquiera de las 12 bodegas u otros centros turísticos en el camino.
Aunque la Costa Brava hacia el norte de Barcelona es la preferida por muchos, la ruta desde el aeropuerto de Barcelona que acaba en el Delta del Ebro está llena de encantos. La tentación es ir bordeando la bonita Costa Dorada tarraconense, pero la primera parada debería de ser Montblanc, en el interior. Este bonito pueblo medieval, en la camino del gótico cisterciense, tiene un impresionante casco antiguo y es perfecto para perderse en sus callejuelas empedradas. De vuelta a la costa, Altafulla, un tranquilo y bonito pueblo costero y Tamarit, con su impresionante castillo a pie de playa (en realidad es un mezcla de iglesia y fortaleza) son visita obligada para disfrutar del Mar Mediterráneo, como lo son las calas de L’Ametlla de Mar, uno de las joyas de la Costa Dorada. Desde aquí, y aunque tienes que adentrarte otra vez hacia el interior, el pueblo de Miravet a orillas del Ebro es una parada que merece mucho la pena. Cuenta con un castillo encaramado sobre una atalaya que es uno de los mejores ejemplos de arquitectura de la orden de los templarios.
Con destino al sur por la costa, se llega al Parque Natural Delta del Ebro, el destino final, que ofrece innumerables actividades, desde itinerarios ornitológicos, si te gustan las aves, hasta paseos en kayak para toda la familia. Pero, sin duda, los arrozales anegados de agua que han marcado el paisaje de la zona, es una de las mejores razones para hacer esta ruta. El arroz del Delta del Ebro, con su Denominación de Origen Protegida (D.O.P.), es el protagonista de todos los restaurantes. No dejes de probar el arroz a banda, con atún o bogavante. Seguro que no te querrás ir.