Si disfrutas de la naturaleza salvaje, el Pirineo catalán es una buena excusa para coger el coche y vivir una escapada perfecta. En invierno o en verano, tanto para un par de días como para unas vacaciones largas, en la parte gerundense o en las montañas de Lleida, este territorio está lleno de rutas por descubrir, valles mágicos y pueblecitos con lo mejor del románico catalán. Por todas estas razones, merece la pena lanzarse a la carretera y disfrutar de una aventura en el Pireneo catalán.
Alquiler de coche barcelonaEl único parque nacional dentro del Pirineo catalán está situado en el corazón del Pirineo leridano y es, simplemente, imprescindible. Con más de 200 lagos salpicando un increíble paisaje de alta montaña y picos de una altura superior a los 3000 metros, aquí se pueden hacer infinidad de rutas. Eso sí, la preciosa caminata alrededor del bonito lago Mauricio por el mirador tiene que estar en el plan del día. Asimismo, merece la pena explorar el Camino de los Enamorados o el Gran Circo de Colomers, donde podrás observar el mayor número de lagos del parque.
Al norte del Parque Nacional, el impresionante valle de Arán (Val d’Aran en aranés) es otra visita fundamental, pues más del 30% de su territorio está por encima de los 2000 metros. La carretera C-28 cruza buena parte del valle, así que es bastante fácil acceder a las rutas de montaña. Una de las más famosas es la que va a la Era Artiga de Lin, unas praderas de alta montaña donde confluyen tres valles. En el Valle de Arán también se encuentra la prestigiosa estación de esquí de Baqueira Beret y un conjunto de preciosos pueblos típicos de montaña como Arties, Unha o la capital del valle de Arán, Viella (Vielha), donde nace el río Garona que desemboca en Francia.
Además de las montañas, el Pirineo catalán guarda uno de los grandes tesoros culturales catalanes: las iglesias románicas del El Valle del Boí (El Vall del Boí), en las inmediaciones del Parque Nacional de Aigüestortes. En los siglos XI y XII se construyeron un buen número de iglesias que reflejan la importante actividad del valle en esa época. Este conjunto románico, formado por ocho iglesias y una ermita, fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. Están todas en pueblecitos aledaños, así que son fáciles de visitar: Sant Climent de Taüll (dónde se encuentra el célebre Pantocrátor), Santa María de Taüll, Sant Joan de Boí, Santa Eulalia de Erill la Vall, Sant Feliu de Barruera, Santa María de Cardet, Santa María de la Asunción de Coll y la Ermita de Sant Quirc de Durro.
Ya en la provincia de Girona, el Valle de Núria es otro enclave mágico en el Pirineo catalán y uno de los lugares más queridos por los catalanes. Se puede acceder desde el pueblo de Queralbs. Aquí puedes aparcar el coche y continuar la ruta a pie, se tardan unas tres o cuatro horas. Otra opción es coger el famoso tren cremallera, que atraviesa el valle en un recorrido de 12,5 kilómetros de espectaculares paisajes con un desnivel de mil metros en algunos de sus tramos.
La Cerdanya y el valle de Camprodón, también en el Pirineo gerundense, merecen una visita. Sus espectaculares paisajes y sus característicos pueblos con casas de piedra como Oix, Molló o Beget y, por supuesto, la maravillosa villa medieval de Besalú, en la comarca de la Garrotxa, cuyo origen se remonta al siglo X, son excelentes opciones. La Garrotxa, situada en el Pirineo catalán, tiene gran parte de tierra volcánica. El Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa comprende 40 volcanes y 20 flujos de lava. El resultado se ve claramente en el impresionante pueblo de Castellfollit de la Roca, encaramado en un risco originado por la actividad volcánica.
Muy cerca del Parque Natural se encuentra Les Cols, una referencia gastronómica en Cataluña. Con dos estrellas Michelín, Fina Puigdevall es propietaria y chef del restaurante, ubicado en la misma masía en la que nació.
Todo el Pirineo catalán cuenta con muy buena oferta hotelera, aunque los alojamientos de alta montaña solo abren de diciembre a abril. El Castell de Ciutat, , en Alt Urgell, abre todo el año y es una apuesta segura a medio camino entre las montañas de Lleida y Girona. Lo que fue una fortaleza y antigua residencia de los condes de Urgell, es ahora un hotel con dos magníficos restaurantes y un completísimo spa que incluye una espectacular piscina cubierta con vistas al Parque Natural de Cadí-Moixeró, vistas que también comparten todas sus habitaciones.